sábado, 22 de enero de 2011

Tierra de Fondistas.-



  Hace ya varios años, a raíz de una investigación que tuve que hacer para una muestra gráfica, me encontré con un artículo editorial de la revista “El Grafico” titulado “Tierra de Fondistas”. El texto   estaba acompañado por una foto de Walter “Caldera” Lemos, unos de nuestros más grandes corredores pedestres.  Siempre sentí  una profunda admiración por Lemos, no solo por sus cualidades y logros deportivos, sino –fundamentalmente- por su integridad, coherencia y dignidad.                                                               El  encabezado del artículo llamó mi atención por  el desempeño de tantos corredores  que,  después de  años, motivó  tal título. Pero además por los que, a posteriori, confirmaron aquello pensado en ese tiempo.
  Me dirán que hay otras “Tierras de Fondistas”,  las hay,  esta es una de ellas.
 He conocido muchos  de aquellos que tanto hicieron y hacen para mantener esa definición a  través del tiempo. La cercanía con algunos de ellos me ha permitido tener una perspectiva  más rica que la que da la estadística y el  relato de la hazaña y el logro deportivo. Por eso quisiera comenzar estas “notas” con una semblanza de dos de estos muchachos  que hace treinta años protagonizaron un hecho histórico para el “Fondismo” Argentino: “mandar a las duchas” a dos records extraordinarios y,  por mucho tiempo inalcanzables., en 5.000 y 10.000 metros llanos. La sola mención del dueño de esos records, hasta ese momento,  marca la categoría del hecho,  Osvaldo Suarez. Y en esas dos jornadas en forma sucesiva estos dos records  marcharon al vestuario, luego de marcar toda una época.
 Comenzaremos por uno de ellos.
 No recuerdo cuando conocí a Jorge Monín, debe haber sido en algún “Semana del Mar” a  fines de los años  setentas. Allí  me veo en una foto corriendo una carrera de 3.000 metros en el mismo pelotón. Técnicamente se puede definir esta conducta (la mía) como  Inconsciencia,  inmadurez o directamente estupidez si somos severos.  El   ”Mono” ya era una figura de referencia en el ámbito nacional. Un par de años después, lo vi correr el “Record” en el Ce. N. A.R.D. (entonces CE.DE:NA.) en el torneo inaugural de la primer pista sintética del país. Aún recuerdo -y recordamos - la impresión vivida por el grupo de muchachos que miraba esa carrera:   estábamos en la tribuna, a la altura del 200, lugar especial para el que mira una prueba de fondo, cuando Monín pasó el parcial de 3.000: 8´16”.-
 Hasta hoy me cuesta explicar por que ese pasaje me impresionó más aún que el propio Record. Si quiere algún lector podrá acercarme su interpretación del momento.
  Un par de años después pude conocer de cerca al personaje,  cuando  becado por la Secretaría de Deportes de la Nación, se instaló en la pieza 205 del alojamiento para deportistas del Ce. N. A.R.D., en la cuál me encontraba alojado desde hacía tiempo. La convivencia con el “Mono” me da la autoridad para lo que sigue de esta semblanza.
  Le aclaro al señor Rubén  Huerga  -patológico chistoso- , que no fuimos “pareja”.
 Cuatro “atletas” convivimos en esa habitación por varios años. Raúl “el oveja” López , notable multi- campeón en 800 y  1.500, El “filo” Luis Miranda, 400 Vallas, el “Mono” y un servidor.
 Los siguientes puntos que pongo a consideración no observan orden de importancia.
 El primer dato que me llamó la atención más que positivamente era  que Jorge Monín,  poseedor  de un record nacional, y  único atleta de  los que vivían en el CE.N.A.R.D., que ya contaba con una campaña europea-  trabajaba.                                                                                                                                                         
¿cómo ?...  sí trabajaba, era un laburante. No de verso como esos que por sus logros deportivos tienen un “trabajito” en alguna dirección de deportes o una dependencia municipal .Aclaro que no me parece nada mal, es más, se lo merecen. El mono venía  de Mar del Plata con el traslado del Banco Comercial del Norte. Por las mañanas, mientras nosotros apolillábamos, el amigo se subía a su motito y partía al banco. Y ya había atendido por  ventanilla y ya había realizado su entrenamiento matinal cuando nosotros todavía tratábamos de desenredarnos de las   sábanas                                                                                                        
 Para quien esto escribe, la categoría de trabajador es la máxima a la que un hombre honesto puede aspirar, después vienen todas las demás, campeón, príncipe ,magnate… no importan.                                             Monín era un súper atleta y encima laburaba.
 Reto a quien quiera, a ver si encuentran a un Record nacional de medio fondo y fondo que al mismo tiempo siempre sea un laburante. Ciertamente difícil.
  En años de compartir “la vivienda” no recuerdo una sola ocasión en que haya visto al “Mono” con un gesto destemplado, de mal humor o “atravesado”. Cito de testigos al “oveja”,  al “filo”, o a otro becado de ese entonces. No me dejarán mentir. Esta observación la hago extensiva a su práctica deportiva, sea entrenando o compitiendo. El “Mono” pertenece a esa especie que yo llamo “facilitadores de vida “.  Pelotón de punta  al  que pertenecen,  a modo de ejemplo, por si no se entendió, Rubén Huerga,  Julio Gómez, El “colorado” Omar Da Silva, El “sapito” Pimentel y  otros. Gente con el Don de la bonhomía constante, recolectores de amigos.
  Hace poco Lidia Carriego escribió con respecto a una foto que publiqué en estas páginas una sentencia inapelable: “Monín. Un Amigo”.-
  Sé que muchos podrán aportar a estas líneas con respecto a lo aquí dicho, los espero, sé que  lloverán las confirmaciones.
  Como deportista solo puedo abundar en lo que todos conocemos. Las estadísticas son contundentes,  búsquenlas en otro lado.
  Cuento dos anécdotas que lo pintan más que sus marcas y títulos.
  En cierta ocasión, ya avanzados los ochenta durante un torneo en el Ce. N. A.R.D. se compitió sobre 5.000 metros, no recuerdo totalmente en que circunstancias, pero si que el nivel era el mejor del país. Tal vez era un selectivo, varios habían “bajado” a Buenos Aires.  ”Pichula” Ortega un becado de Washington State University- integraba equipo con Rono y Kimombwa- también estaba presente.                                
  Aire “enrarecido” y no precisamente por la llovizna que caía en ese momento, tal vez alguna deuda pendiente… había olor a “pólvora”.
  A poco de comenzar la prueba ya con varios “toques” en la cuenta, se produjo un incidente serio frente a la línea de meta. Alguien tocó mal de atrás a “Pichula” que trastabilló y corriendo aún mas a los zapatazos, tal como era su característica, se “apoyó” por ser indulgente, en el corredor de adelante que no es otro que el “Mono” ( Pichula le llevaba una cabeza y media,  y por lo menos diez kilos, Por si alguien no lo sabe, fue record Argentino en 1.500 y representante olímpico). He visto muchas caídas , difícilmente una como esa, Monín salió despedido muchos metros hacia adelante, ese día conoció el sabor del Tartán, probó unos cuantos bocados, sumado a la violencia del golpe de caída, era abandono inmediato. Pero no.
 Una vez que, como corresponde, fue pasado por arriba por el resto del pelotón que seguía tratando de evitar la colisión en cadena, y casi de rebote, el “Mono” ya estaba corriendo y pasando por afuera a casi todos. Intuyo que se calentó. A la mitad de la recta opuesta es decir a 150 metros del incidente ya tomó la punta y encima ya asomó y lo apuntaló por las dudas, colocándose justo a su lado,  el “vasco”  Bedascarrabure.
 No sé desde donde miraba lo que ocurría. Lo que sí sé, es que vi a mucha gente saltando la baranda perimetral y entrando  a la pista hasta el “tres” para alentar a los “marplatenses”.
 A partir de allí  “Sinfonía Otoñal”,  se fueron de paseo los dos, “excursión” que no me gustaría acompañar.  Atrás “crisis energética” y cadena de abandonos. Todo sin el menor gesto de contrariedad, ni exceso en el festejo. Una media vuelta entre el saludo de casi todos y a tomar la leche.
 Otra. Un día caluroso en el Ce. N. A.R.D. Al entrar a la pieza, recostado en la cama de abajo, (eran cuchetas), Monín,  a quien sabíamos “filoso”- como decía el Boliviano Cisneros  cuando estaba en pico-:  “No me toquen que estoy filoso, se pueden cortar”. Muy tranquilo, se dedicaba a “cortajear” con una Gillette la suela mínima de goma de un par de alpargatitas blancas. Le realizaba cortes transversales a la suela. Ante la pregunta obvia, que ni sé si fue pronunciada, rápido aclaró: “para que se agarren mejor”. Listo. Ya sabíamos que habría espectáculo en la pista, en un par de horas. Se corrió la voz por el internado:   todos a la pista.
  10.000mts. Estaban otra vez “Los buenos”, Monín se había calzado las alpargatitas. Hasta el día de hoy persiste la duda si se las ajustó con bandas elásticas o cinta o “que”…
 Alrededor de los 2.000mts.  y pico, el “Mono” que venía en una posición intermedia  dentro del primer pelotón “salto”  del uno al dos al tiempo que revoleó su brazo derecho como si tuviera boleadoras y grita algo así como “¡A correr hijos de...” metiendo un cambio de ritmo sencillamente letal.
 Fin de la competencia como tal, Galope solitario hasta el final y festival de “la gilada” que disfrutó la carrera. Corrió  cerca  de 30 minutos alentado por todos, sin un solo gesto, más como no fuera cada tanto una leve sonrisa para responder al público.
 Valoraría si alguien pudiera acercar más anécdotas sobre el amigo.
     Monín coloca a Mar del Plata en el mapa de la tierra de fondistas,  acompañado por un “Escudero” que ya quisiera uno tener para cualquier empresa, un muchacho con cara de vasco, pinta de vasco y apellido de vasco -casi de la ETA- que corría con casaca amarilla, yo diría del Ramón Santamarina de Tandil, otro tremendo corredor : “el vasco Enrique Luciano Bedascarrabure.  A la postre  un prestigiosísimo profesional universitario, y con la conducción de Fernando Rodríguez  Facal. Otro para dar Cátedra, no solo de Atletismo. Saludo desde aquí al Compañero.
  A  la estela, por el y sus compañeros marcada, sube y se desliza toda una generación de atletas que   perdura y se renueva hasta el día de hoy. Desde “Leo” Malgor,  tal vez el más sobresaliente de todos ellos, hasta Figueroa, pasando por Rando, Aguilar, Abot, Raimo, Cabot, Montenegro, Valeria Rodríguez,  Marita Peralta….siguen las firmas…
 Sepan los recién llegados, que hoy que Mar del Plata, se ha transformado en la “Elis” del Fondismo   Nacional, hubo un atleta, que junto a otros compañeros, inició el camino que muchos aún asfaltan.
 Un amigo que nos ha hecho sentir a muchos que podemos ser mejores y que cada vez que, en rueda de corredores, se lo menta, uno siente que es mejor persona.
 Suelo  pensar que el día que haya que “saltar” por el “Mono” seremos tantos que el estadio mundialista queda chico.
 Mientras tanto y a nombre de Jorge Alberto Monín, levanto un vaso (dije vaso, no copa) de vino y digo…
¡Salud Mono!

Fuente:Charli .- Enero- 2011.-

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