jueves, 4 de agosto de 2011

Francisco Crínigan: El valor de un segundo

Lo vemos ganar y cosechar medallas, pero también lo vemos ejercitar arduamente. Sin embargo su logro personal es haber entrenado a grandes corredores: la escuelita de atletismo que lleva adelante en el polideportivo.
(Por Cristian Olivera) Para quien no lo conoce es sorprendente su constancia para entrenar. No importa el frío, o el calor, tampoco la lluvia. Siempre está ahí, corriendo. En esos días de invierno donde todos cumplimos rápido nuestras obligaciones para llegar a casa, él está ahí. Bajo el helado chubasco, nada lo detiene. Así ha logrado premios, pero sobre todas las cosas: prestigio, ser reconocido por su nombre como corredor.
Allí lo encontramos, en la pista en pleno entrenamiento. Corre a la par de Marcelo Michía, uno de los alumnos suyos que le dan orgullo porque al igual que él ha cosechado premios y su nombre también es sinónimo de atletismo en General Madariaga.
Debemos esperar a que finalicen su rutina, la siesta es soleada pero fría y ventosa. Sin embargo, entrenar está primero.
Nos cuenta que comenzó hace diez años y rememora como si en ese momento cada instante transcurriera de nuevo. “Bueno –nos dice- en estos años la verdad saqué  lo que es correr en pista, lo que hago yo y lo que más me gusta, y como objetivo que cumplí fue poder bajar los 32 minutos en los 10.000 Mts. en  pista, mi marca es 31´57´´. Yo creo que eso fue lo más importante que hecho hasta ahora. Y después  haber tenido la suerte de ganar algunas carreras de calle, como fue en el 2009, que gane la media maratón de la ciudad  de Mar del Plata. Este año también tuve la suerte de ganar una carrera, que ya hace once años que se hace en la ciudad de Pinamar, el Maratón del Desierto. Y después todos los torneos que he ido a correr. Más que nada saco de positivo la amistad que haces con este deporte, los amigos y todo lo que conoces gracias a esto”.
Lentamente el pasado regresa, pero cuál fue el origen, ese momento en donde la vida hizo su parte y colocó las piezas. “La verdad que llegue en una forma muy rara –nos explica-, porque yo termino la secundaria nocturna y quería hacer la carrera militar, empecé a entrenarme para eso. Fui para entrar como soldado voluntario y tuve la mala suerte que en el examen médico me salió que tenía un soplo en el corazón desde nacimiento, por lo cual no pude ingresar. Después  empecé a correr, a competir, me gusto y ahora estoy metido de lleno en esto. Fue una casualidad, y gracias a un amigo, Juan Pablo Montenegro, siempre digo que es quien me metió en esto. Él corría mountain bike, hacía algunas pruebas de calle, y un día me dijo si quería competir, y así fue que empecé a entrenar y a competir”.
Nada es casual, la vida se acomoda y nos acomoda, una malformación congénita puede ser la puerta que estamos esperando. Claro que nada es fácil, especialmente en lo económico. “Lleva sus gastos, pero bueno estos últimos años la Dirección de Deporte te apoya con los viajes  y esas cosas. Uno lo hace porque le gusta también, nadie lo obliga a hacer esto. Es como aquella persona que trabaja y el fin de semana le gusta ir a tomar una cerveza o irse a pescar, esto es un hobby digamos, es así.  Por ahí la gente piensa que somos anormales porque nos ve todo el día correr, sufrir en los entrenamientos, sufrir en las competencias, pero nosotros tenemos un momento en que disfrutamos, y es cuando, por ejemplo en un entrenamiento de dos meses y bajamos unos segundos una marca, en ese momento somos la persona más feliz del mundo”.
Y así comenzamos a entender, es ese segundo, algo tan breve y sin embargo le da sentido a todo el esfuerzo. Esas son las razones por las que corre. “Gracias a esto –nos explica con un tono alegre, como si justificara cosas con él- tengo la posibilidad de estar en la Dirección de Deporte trabajando con un grupo de entrenamiento de grandes y chicos. Yo creo que gracias a eso hoy tengo un ingreso, como también la posibilidad de volcar todo lo que he aprendido en estos diez años, para con los que recién empiezan,  o los que ya están entrenando, ayudarlos en pequeños detalles o en los pequeños errores que uno ha tenido y  trata de volcar el conocimiento para que los demás no los tengan”.
Y ha logrado un grupo numeroso de chicos que entrenan, todo un logro en la actividad. “Si, la verdad que si, a la noche estamos con un grupo de mayores, que bueno antes de que empezara todo esto de la ola polar, éramos 32 entrenando. Ahora  con el frío  que hace tenemos un  grupo de 15 o 16, hay varios que han caído con gripes y esas cosas”.
La tarea incluye viajes, especialmente con los Juegos BA La Provincia. “Justamente –nos cuenta- quien está entrenando conmigo, Marcelo Michia, fue el mayor representante que tuvo Madariaga, varias veces campeón  en los Bonaerenses, campeón Argentino en la categoría menores en 800 y 1500, y también tuvo la suerte de ser sacar medalla de plata en un Sudamericano de menores, que fue en Lima, Perú. Muy contento por eso, porque es un chico que  entrena mucho, mucho sacrificio le pone y muchas ganas”.
Lentamente nos acercamos, el deporte es como la razón de algo más poderoso, algo que le da fuerzas para la dura tarea del entrenamiento diario. Ese segundo que lo diferencia del resto y a la vez lo eleva en sí mismo. “Cuando llegas a un nivel competitivo tenes que ayudarte con una buena alimentación, que a veces no te alcanza tampoco, porque uno al cuidarse tanto no puede consumir tantas colorías, y es como que se te achica el estómago, entonces tenemos que tratar de completarlo con complejos vitamínicos, ya sean vitaminas, minerales, etc. Después cuidarse mucho en las comidas, no comer fritos, salsas, y sí comer muchas pastas, legumbres, y así la vas manejando. Es difícil, cuesta, pero es parte del entrenamiento”.
Más allá de los trofeos está la enseñanza, pero más allá del deporte está la vida. “Mi logro más importante  personal es el caso de Marcelo y Brian Michia, que arrancaron cuando yo empecé con la escuela de atletismo, tenían 12 y 13 años, en ese momento estaba Martín Cottini a cargo de la Dirección de Deportes, y ellos dos son los que primeros  arrancaron. Y el logro personal pasa por el poder traer éxitos para Madariaga, aparte de los deportivos propios”.
Su mensaje final es también una explicación. Le pedimos que les hable a los jóvenes, desde su experiencia y como un referente:
“Yo le diría, que lo principal de todo es disfrutarlo primero, porque es un deporte duro, no pensar tanto en marcas, no pensar tanto en puestos, sino venir a hacer el deporte, divertirse y de a poco, con los años, porque este no es de un año para otro, yo hace diez años que estoy entrenando y recién ahora estoy viendo logros, esto es a largo plazo.  Los primeros años uno tiene que aprender a hacer una base de resistencia, una base de velocidad, y apuntar a 7 u 8 años después de que se empieza a entrenar. Por eso es difícil mantenerse en este deporte, vas a obtener logros pero a largo plazo. Por último quiero agradecerle a la Dirección de Deporte y a todos los chicos que están entrenando, que de parte mía estoy muy satisfecho por el sacrificio que hacen, yo la paso muy bien y espero que ellos también”.
Años de entrenamiento, la alimentación adecuada, sin vicios, el sacrificio, las privaciones, semejante esfuerzo por tan solo un segundo, por superar una marca, un deporte en el que el rival es uno mismo. Los chicos que entrenan con él aprenden el mismo camino arduo, mientras sigan en él estarán lejos de muchos males que hoy proliferan. El valor social del deporte es tan grande que ese segundo parece nada, sin embargo es todo. ¿Por qué escalamos la montaña? ¿Por qué hicimos las pirámides? ¿Por qué llegamos a la luna? ¿Por qué escuchamos música? La respuesta está ahí, en ese segundo. Es sacar un David de un trozo de mármol. Es encontrar la razón para continuar con la vida… a pesar de la vida.
(Nota: Cristian Olivera - Leonardo Coria)



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